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KATAKAMUNA es un documento ancestral japonés.
Custodiado tras generaciones por la familia guardiana de un templo sintoísta escondido en el monte de Kobe, actualmente ya destruido.
Pero el último descendiente de esta familia, que era un pastor, lo mantuvo a salvo, esperando una señal para revelar los secretos.
Un día, por casualidad se encontró con un físico científico que estaba haciendo un estudio sobre el electromagnetismo del suelo donde este ganadero paseaba. Y tuvieron una conversación.
El pastor tuvo una intuición clara de que tenía que otorgar los manuscritos a este científico, y así lo hizo.
Sus hallazgos eran sorprendentes, descubrió que esos espirales eran poemas silábicas, tiene forma parecida a los poemas clásica japonesa como tanka y haiku, y que hablaban de, según el científico, mi mas ni menos que las formulas de física cuántica, algunos ya demostrados por manos de los célebres científicos y otros muchos, todavía no se han resueltos.
Su antigüedad no se sabe, tampoco su veracidad, pero es una leyenda que cada día hay más practicantes.
Dicen que KATAKAMUNA estaba en uso por los habitantes "katakamuniana", hace unos 20,000 años.
Y algún ancestro japonés lo canalizó y lo dejó escrito en el papel de arroz, para que no se muera esta sabiduría, esperando a ser revelado en "el momento". Y hasta entonces, para protegerlo, sólo podía acceder unos contados investigadores y sus discípulos.
Los maestros de Katakamuna hablaron que, una vez esté avanzado la tecnología del internet, esta sabiduría estaría más seguro difundiendo que ocultando, pues, por ejemplo, cuenta uno de los investigadores y el maestro de Aikido Makoto Tenryuji sensei, de que ya había pasado que algunos discípulos, han sido raptados por las espías de un país extranjero y no han vuelto. Sin los investigadores, también muere esta sabiduría.
El año 2011, tras el terremoto gigantesco y el tsunami, los investigadores sintieron que ha llegado "el momento".
Intuyeron que ha empezado un nuevo ciclo vital y que pronto el mundo va a necesitar esta sabiduría. Y rompieron el silencio, para salvarlo, hay que jugar a "todo o nada".
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Yo, Makiko, quise aportar mi creación artística a esta sabiduría. Es el primer disco que edito y van los poemas hasta el nº 18 divididos en 7 temas. Quiero seguir componiendo hasta el nº 80.
Quiero mostrar con mi música, con mi voz, un Japón más allá de lo típico, y seguramente podré dar una visión más profunda que por qué los japoneses tenemos la fama de ser espirituales.
Según los estudios arqueológico, hasta dónde se sepa, nuestros ancestros construyeron una civilización que mantuvo sin guerra durante unos 15000 años. Si es verdad que lo fue, ¿no merecería la pena escuchar estas oraciones cuánticas? Tal vez el mundo puede volver a ser como eran mis ancestros, modulando las energías con el sonido y las palabras.
Arigatou.